jueves, 12 de octubre de 2017

Testimonios de MU: Más allá de la leyenda

Trabajos de Auguste Le Plongeon
La primera mención conocida de Mu aparece en las obras de Augustus Le Plongeon (1825–1908), un viajero y escritor del siglo XIX, que llevó a cabo investigaciones de las ruinas Mayas, en la península del Yucatán. Le Plongeon anunció que había traducido las antiguas escrituras Mayas, que demostraban que era una civilización más antigua que las de Grecia y Egipto. Además contaba la historia de un continente incluso más antiguo, llamado Mu, que se había hundido de una manera similar a la Atlántida y cuyos sobrevivientes fundaron la civilización Maya.
En 1864, el abate Brasseur de Bourbourg se hallaba en la tarea de intentar traducir un códice maya usando un “alfabeto” compilado por el conquistador Diego de Landa. La escritura maya era algo similar a la japonesa o la egipcia, ya que usaba ideogramas que también tenían valor fonético: por lo tanto carecía de alfabeto. Lo que el español había encontrado era un conjunto de símbolos que, leídos en voz alta, sonaban como las letras del alfabeto latino. Brasseur entendió que el códice narraba una catástrofe que había destruido un continente entero. Su nombre se expresaba en dos símbolos que correspondían a las letras “M” y “U”. Así salió a la luz el nombre de “Mu”.

Col. James Churchward
En cualquier caso, el investigador más célebre de las tradiciones y evidencias relativas a Mu fue, sin lugar a dudas, el coronel del ejército británico James Churchward (1851–1936), quien, como teósofo, fue también el redactor y defensor de la teoría esotérica moderna acerca de la existencia del continente de Mú.

James Churchward, a la sazón coronel británico destinado en la India Colonial de finales del siglo XIX, realizó un sinfín de viajes e investigaciones por toda la India, Siberia y Mongolia en busca de las evidencias arqueológicas que corroborasen los escritos de los misteriosos archivos Naacals, identificados como los últimos testimonios escritos del desaparecido continente de Mú. Churchward narraba en sus libros, cómo, estando en la India, en el año 1866, un ‘rishi’ ―un sumo sacerdote, sabio o iniciado― con el que había entablado amistad al colaborar con él en sus tareas para combatir una fuerte hambruna, le mostró unas tablillas antiquísimas guardadas en las cámaras secretas de un cierto templo hindú (no especificado por el coronel), las cuales estaban grabadas en un lenguaje ideográfico extraño que, según le contó el sacerdote, formaban una pequeñísima porción de los tesoros rescatados por los Naacals antes del cataclismo que hizo desaparecer las siete ciudades sagradas que existieron en el continente de Mú.

Algunos símbolos de la escritura Naacal
(Anotaciones de J. Churchward)
Tablilla Naacal (Reproducción)


















El viejo sacerdote hindú aceptó instruir a Churchyard en el idioma nacaal, el lenguaje más antiguo que la humanidad haya articulado. Gracias a ello, el coronel pudo descifrar la historia de Mu en unas vetustas tablillas de piedra escondidas en el templo del sacerdote. Según las tablillas, el homo sapiens apareció en la llamada Tierra Natal de Mu y, desde allí, dio origen a una muy selecta estirpe de 64 millones de individuos. La civilización Mu, con el tiempo, estableció innumerables colonias por todo el mundo. Una de ellas fue Atlantis, la cual se convirtió a su vez en un nuevo imperio, tras ganar su independencia. Entonces, hace unos 12.000 años, el continente fue totalmente destruido por un único y violentísimo cataclismo.


¿QUIENES ERAN LOS NAACALS?

Naacal sería el nombre de la primera civilización que existió en nuestra Tierra. Según James Churchward, dicha cultura, y la lengua madre que la iluminó, nació en la cuenca del Tarim, actual China y, antes de ello, cuna del Imperio Uighur. Hoy en día, allí encontramos el desierto de Taklamakán, la región más occidental asociada al desierto de Gobi. 


Cuenca del Tarim












El primer uso registrado de la expresión "naacal" se encuentra en la obra de Augustus Le Plongeon "La reina Moo y la Esfinge de Egipto" (1896):
"Tal vez también se sintió la necesidad de recuperar las bibliotecas de los sabios mayas (oculta sobre el comienzo de la era cristiana para salvarlos de la destrucción a manos de las hordas devastadoras que invadieron su país en aquellos tiempos), y aprender de su contenido la sabiduría de los filósofos antiguos, que se conservan en los libros de los brahamanes y es el reflejo de la sabiduría que llegó a la India, y desde allí a Babilonia y Egipto en tiempos muy remotos a través de los adeptos Maya (naacal - "los eminentes"), que, a partir de la tierra de su nacimiento como misioneros de la religión y la civilización, fueron a Birmania, donde se hicieron conocer como Nagas y se establecieron en el Decán (una gran meseta que se extiende por la mayor parte del territorio centro-sur del subcontinente indio), donde se llevó a su labor civilizadora en todo el la tierra."

Hay que destacar que, para Le Plongeón, la gran civilización original se encontraba en América Central, de modo que los naacals habían sido los misioneros de la religión y civilización maya, mientras que para Churchward, según el relato de sus experiencias vertido en el libro "El Continente Perdido de Mu, patria del hombre" (1926), Naacal eran las personas y la civilización de Mu, así como el nombre de su lengua. Según su criterio, las muy posteriores civilizaciones de la India, Babilonia, Persia, Egipto o Maya, no habrían sido más que los restos descompuestos de las colonias de supuervivientes naacals. Serían parte de estos supervivientes quienes, convertidos por la fuerza del destino en una suerte de "hermandad" (Churchward habla de "los Sagrados Hermanos" al referirse a los autores de las tablillas) habiendo partido de la Tierra Natal, habrían tomado para sí la tarea de "enseñar las sagradas escrituras, la religión y las ciencias" . 


Comparación símbolos (J. Churchward)
La Creación, según las tablillas Naacal




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Al darse cuenta Churchward de que había descubierto secretos de gran importancia, y avisado por el sacerdote de que lo que había contemplado no era sino un fragmento de una colección todavía más vasta, diseminada por otras ciudades de la India, emprendió la búsqueda de las tablillas perdidas, pero sin éxito. Viajó llevando cartas de presentación para los maestros de distintos templos en la India y Birmania, pero siempre era recibido con frialdad y desconfianza. Estos rechazos le desanimaron, pero como ya había obtenido información valiosa de las tablillas se decidió a estudiar los escritos de todas las civilizaciones antiguas y compararlas con las leyendas de Mu.

William Niven
Colección de tablillas
encontradas por Niven
Tras su retiro, Churchward continuó su búsqueda en las islas del Pacífico, Australia y América Central, encontrando un inesperado aliado en el geólogo y arqueólogo escocés William Niven, quien, mientras realizaba excavaciones en el Valle de México, entre 1921 y 1923, encontró una insólita colección de 2.600 tablillas a las que dató con una antigüedad de unos 12.000 años. No obstante, ni Niven ni su colaborador del Carnegie Institute, Dr. Morley, pudieron identificar los símbolos en los que las tablillas estaban escritas. Fue Churchward quien, habiendo recibido noticias del descubrimiento de Niven, viajó a México y comprobó que los símbolos pertenecían al lenguaje Naacal, obteniendo, al descifrarlos, nueva y abundante información acerca de Mu.



Artículo de James Churchward tras el encuentro de las tablillas en México

La clave del Movimiento Universal
Tablillas de Niven


















Aparte de lo anterior, sabemos que Churchward estudió profundamente toda clase de templos antiguos y escritos antiguos, como el Manuscrito Troano y el Códice Cortesano, encontrando, a tenor de sus conclusiones, multitud de testimonios que confirman las narraciones sánscritas acerca del Imperio del Sol que fue destruido en tiempos lejanos.


Artículo en el Middlesbrough Standard
(10-Ene-1925)
Artículo en el New York American (10-Dic-1924)



































Posteriormente a sus trabajos, muchos investigadores, arqueólogos y eruditos han encontrado un sinfín de pruebas y hallazgos arqueológicos que han venido a corroborar las investigaciones del coronel. Podemos citar, por ejemplo, los 270 caracteres pictográficos figurativos encontrados en multitud de sellos de esteatita durante las excavaciones en las ruinas arqueológicas de las ciudades ribereñas del Indo, situadas en las regiones del Sindh, Lothal y Gujarat. O las estelas con caracteres ideográficos, de corte similar a los Indostánicos, rescatadas entre las ruinas arqueológicas de las ciudades antediluvianas de Eridu, El Obeid, Uruk y Djemdet, en Mesopotamia.


EL CÓDICE DE MADRID


Facsímil del Códice Tro-Cortesiano (Museo de América de Madrid)

El Códice Tro-Cortesiano o Códice de Madrid es un códice maya considerado el libro más importante del Museo de América de Madrid. hasta tal punto que lo que se expone al público es un facsímil, en tanto el original permanece custodiado en la cámara acorazada del museo.

Se trata de uno de los cuatro únicos códices mayas prehispánicos que se conservan, junto con el Códice de Dresde (Biblioteca Estatal de Sajonia y de la Universidad de Dresde), el Códice de París (Biblioteca nacional de Francia) y el Códice Grolier (Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México), cuya autenticidad fue por mucho tiempo discutida, aunque un estudio en profundidad publicado en 2016 por un equipo de la Universidad Brown (Estados Unidos) aseguró que no solamente es auténtico, sino el más antiguo de los conservados.

Consta de 56 hojas escritas por ambas caras, con un total por tanto de 112 páginas. Su soporte es una tira vegetal que está plegada en forma de biombo, para así facilitar su lectura. Sus dimensiones son 6,82 metros de largo, 22,6 centímetros de alto y 12,2 de ancho. Ello lo convierte, con diferencia, en el libro maya precolombino más extenso de los que se conservan.

Se desconoce cuándo y en qué condiciones llegó a Europa el Códice, pero sí que, en algún momento, fue dividido en dos partes, más tarde llamadas "Manuscrito Troano" (por su primer dueño conocido, Don Juan Tro y Ortolano, profesor de paleografía en Madrid) y "Códice Cortesiano" (por la creencia de que perteneció a Hernán Cortés y de que fue enviado a Carlos I de España por el conquistador, como parte del "Quinto Real"). No fue sino hasta 1880 cuando el francés Léon de Rosny dedujo que las dos partes eran un solo códice, Ambas partes se unieron en 1888, al ser adquiridas por el Museo Arqueológico de Madrid, siendo transferido a los fondos del Museo de América tras su apertura, en 1941.



Páginas del Manuscrito Troano




Se considera que el Códice de Madrid trata principalmente sobre horóscopos y tablas astrológicas, si bien entre sus páginas se encuentran numerosas referencias geográficas. Basándose en una de las primeras traducciones del Códice (las cuales, en honor a la verdad, muchos expertos consideran erróneas), James Churchward incluye en sus libros los siguientes extractos:

"En el año 6 Kan, el 11 Muluc, en el mes Zac, ocurrieron terribles terremotos que continuaron sin interrupción hasta el 13 Chuen. El país de las colinas de barro, la Tierra de Mu, fue sacrificado. Habiéndosele golpeado dos veces, desapareció durante la noche, bajo el azote constante de los fuegos de la tierra. Siendo confinados, estos causaron que la tierra se elevara y se hundiera en varias ocasiones en diversos lugares. Al final, la superficie cedió y diez países (o tribus) fueron desgarrados y dispersos. Se hundieron con sus 64.000.000 habitantes, 8.060 años antes de que se escribiera este libro". ― (Manuscrito Troano)
Del 11 Muluc al 13 Chuen significa un periodo de tres días. La palabra "terremotos" está escogida a propósito de la propia teoría de Churchward, pero bien podría sustituirse por "sacudidas", "cataclismos" o "ataques". El coronel indica en su libro "los fuegos de debajo de la tierra", lo que refuerza su explicación de la desaparición de Mu a consecuencia de un suceso geológico, si bien el texto podría referirse a los fuegos que asolaban la tierra. La palabra "confinados" (confined) puede referirse ―como sugiere Churchward―  a que se hallaban constreñidos, esto es, encerrados bajo la tierra, provocando altas presiones subterráneas; o bien a que estaban limitados a determinados lugares; o incluso a que estaban tan extendidos que compartían sus límites.
 "Con su fuerte brazo, Homen hizo que la tierra temblara después de la puesta del sol y durante la noche. Mu, el país de las colinas de tierra, fue sumergido ". ― (Códice Cortesiano)
"Mu, la vida de los mares, fue sumergido por Homen durante la noche". ― (Códice Cortesiano)
"El lugar del gobernante muerto está ahora sin vida, ya no se mueve, después de haber saltado dos veces desde sus cimientos: el rey de las profundidades, tratando de salir, ha sacudido esta tierra hacia arriba y hacia abajo, la ha matado, la ha sumergido". ― (Códice Cortesiano)
"Dos veces saltó Mu desde sus cimientos; después fue sacrificada por el fuego. Explotó mientras los terremotos la sacudían hacia arriba y hacia abajo. Al golpearla, el mago que hace que todo se mueva como una masa de gusanos, la sacrificó esa misma noche". ― (Códice Cortesiano)


RAMAYANA

En la epopeya sánscrita escrita por Valmiki en el siglo III a. C. también encontramos nuevas referencias:
"Los adeptos a Maya, los Naacal, que vinieron de su tierra natal que está al oriente, como misioneros de la religión y la sabiduría, fueron primero a Birmania y ahí enseñaron a los Nagas. De Birmania viajaron a Deccan, en la India, de donde llevaron su religión y sabiduría a Babilonia y a Egipto." ― (VALKIMI. Ramayana. Volumen I)


EL REGISTRO LHASA



El Registro Lasha fue descubierto por Paul Schliemann (nieto del descubridor de Troya) en el antiguo templo budista de Lhasa (Tibet). Se trataría de una antigua inscripción caldea que podría tener hasta 4 mil años de antigüedad.



Templo de Jokhang. El más antiguo templo budista de Lhasa (Tibet)

Aunque el propio Schliemann se atribuye el descifrado y la traducción del texto, lo cierto es que es sobradamente conocida su falta de erudición —sus errores van desde situar “Tihuanaca” (sic) en Centroamérica, en lugar de en el altiplano andino; hasta comentar unos jeroglíficos fenicios, cuando la escritura fenicia resulta ser fonética y no ideográfica—. Lo más probable es que su testimonio acerca de la referida inscripción sea “de oídas” o le haya sido relatado por un tercero.

"Cuando la estrella Bal cayó sobre el lugar donde ahora sólo hay mar y cielo, las Siete Ciudades con sus puertas de oro y sus templos transparentes, temblaron y se sacudieron como hojas de un árbol en una tormenta. Y he aquí que un torrente de fuego y humo surgía de los palacios. La agonía y los gritos de la multitud llenaron el aire. Buscaron refugio en sus templos y ciudadelas. Y el sabio Mu, el hierático Ra-Mu, se levantó y les dijo: « ¿No predije yo todo esto?» Y las mujeres y los hombres con sus preciosas joyas y sus brillantes ropajes se lamentaron: «¡Sálvanos, Mu!». Y Mu respondió: «Moriréis junto con vuestros esclavos y vuestras riquezas, y de vuestras cenizas surgirán nuevas naciones. Y si se olvidan de que son superiores, no por lo que aparentan sino por lo que demuestran, ¡correrán la misma suerte!» Las llamas y el humo ahogaron las palabras de Mu. La tierra y sus habitantes fueron despedazados y tragados por las profundidades en pocos meses".

Hay un par de apuntes que aportan verosimilitud al documento:

Por una parte, Augustus Le Plongeon —que murió cuatro años antes de que Paul Schliemann publicara el Registro Lhasa (1912)— encontró inscripciones en Yucatán que se expresaban en términos muy parecidos a los del Tibet:
"El jefe hierático de la tierra de Mu profetizó su destrucción, y algunos, tomándola en cuenta, se fueron a las colonias, donde salvaron sus vidas".

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Por otro lado, la —en principio— poco probable circunstancia de que un texto caldeo (o similar en cuanto a escritura) se hallara en un templo del Tibet, se ve reforzada como posible por estudios como el realizado por el P. Enrique Heras (1888-1955), fundador y Director del Indian Historical Research Institute:

Escritura hindú de Harappa y Mohenjo-Daro
Escritura caldea del 2º milenio a.C.



“La tradición Sumeria señala el Sur como el lugar de procedencia de su civilización. La tradición Budística, consignada en las historias de los previos nacimientos del Buda, llamadas Játakas, muestra a los indios arribando por vez primera a las ciudades a lo largo del Eufrates o del Tigris, y los sellos con inscripciones similares descubiertos en UiyKish, Susa y otros lugares de aquellas tierras, confirman la veracidad de estas tradiciones. La escritura India de Mohenjo-Daro es la madre de la escritura Sumeria, que más adelante se desarrolló en la escritura cuneiforme de Babilonia y Asiria. Con la escritura, gran parte de la civilización Dravídica también pasó a aquellas regiones. El Zodíaco fué uno de estos elementos Dravídicos así transplantados a Babilonia y Nínive.”.― P. ENRIQUE HERAS, S. I. [Académico Correspondiente de la Historia]


Lhasa, Tibet
Lhasa (Tibet)

En el apéndice final de mi novela, “Crónica de Atlantis”, cometí el error de atribuir el hallazgo de este texto al propio James Churchward, al basarme en un documento que recopilé en los años 70 del pasado siglo y que proporcionaba dicha información errónea. Valga este apunte para enmendar aquella inexactitud.

Llegados a este punto, es el momento de hacerse la gran pregunta: ¿Dónde estaba realmente Mu? ¿Cuáles eran las tierras que ocupaba? La respuesta en la próxima entrada.



martes, 22 de agosto de 2017

MU: El continente perdido del Pacífico

Mapa de Mu - Océano Pacífico

Universalmente conocido, el mito de la Atlántida forma parte desde hace más de dos mil años de nuestra cultura occidental. Sin embargo, para una gran parte de la humanidad, resulta totalmente desconocido el mito gemelo del continente de Mu, ubicado, según las crónicas, en el hemisferio del Océano Pacífico y desaparecido, como la legendaria gran isla del Atlántico, hará unos doce mil años.


Ayodha, Mu, Crónica de Atlantis
Sin embargo, la importancia de Mu en nuestra desconocida Historia prediluviana podría ser muchísimo mayor que la de Atlantis, pues, según la tradición esotérica, se asegura que es en su territorio donde se asentaba la verdadera cuna de la Humanidad; el lugar donde aparecieron los primeros humanos sobre la Tierra, tal y como hoy los definimos. Según esta tradición, Mu —la Tierra de Kui, es llamada— fue la madre y centro de la civilización, y el origen de todo desarrollo cultural.
Continente de Mu, Napali coast Hawaii


Con una historia muchísimo más antigua que la Atlántida (entre cincuenta mil y setenta y cinco mil años, cuentan las crónicas), los límites del vastísimo Mu no están en absoluto claros. Se dice que se extendía, según unas versiones, entre las actuales Nueva Zelanda, islas Norfolk, Nueva Caledonia, Nuevas Hébridas, Salomón, Nueva Bretaña y Nueva Guinea. En otros escritos se lo sitúa justo en mitad del Pacífico, entre las Hawaii, Fidji y la Isla de Pascua. Por otra parte, las más antiguas tradiciones señalan que el Imperio de Mu tuvo su origen en el centro de Asia y, más concretamente, en lo que hoy es el Desierto de Gobi.


Fidji - Pascua - Gobi
Islas Fidji - Isla de Pascua - Desierto de Gobi

Posiblemente, todas las versiones estén en lo cierto, pues todas ellas coinciden en que Mu estaba compuesto por tres regiones distintas, separadas por mares o canales. De ahí que su símbolo numérico sea ʘʘʘ.

En cualquier caso, debe quedar claro que Mu no debe confundirse con "Lemuria", (como a veces se le llama erróneamente) ya que esta denominación se refiere a un hipotético continente ―ya descartado por la ciencia― situado en el Océano Índico y cuya formulación, en 1864, se debe principalmente al zoólogo inglés Philip Sclater, que pretendía así explicar la existencia de lemures tanto en África como en la India.



«Se trataba de una ciudad extraordinariamente caótica, (...) El tráfico insoportable, el polvo y el bullicio a pie de calle, que no menguaba ni de noche ni de día, (...) almacenes que ocupaban manzanas enteras y pequeños bazares que se perdían de vista entre callejuelas laberínticas; (...) barrios modulares que crecían de abajo arriba sin ninguna restricción...»



«(...) el irrefrenable gusto popular por la profusión decorativa, cuyas muestras iban desde los abigarrados bajorrelieves de los edificios más representativos hasta los sencillos banderines de vivos colores que en más de una ocasión llegaban a techar la calle entera


(Crónica de Atlantis)



Entre las tres regiones antes mencionadas, sumaban sesenta y cuatro millones de habitantes, pertenecientes a diez estirpes distintas, siendo la raza dominante de tipo caucásico, con piel de un claro tono blanco u oliváceo, grandes ojos oscuros, mirada dulce y cabello lacio y negro. No obstante, la hegemonía que estos ejercían sobre los demás pueblos de Mu (en los que estaban representadas todas las razas) era de las más benévolas; el salvajismo y la violencia no existían en la mentalidad de esta cultura.

Siete eran las ciudades principales, erigidas como sedes de la religión, la ciencia y la sabiduría. Había muchas otras ciudades grandes y pequeñas, así como pueblos y aldeas, esparcidas por toda la geografía del Imperio.

En dichas ciudades existían grandes templos de piedra grabada que, en las crónicas, se describen como “templos transparentes”. Dicen los estudiosos que esta denominación se refiere a que no tenían techo (como algunos templos griegos), para dejar que el sol iluminara a los creyentes.

Nos cuentan esas mismas crónicas que “caminos amplios y llanos” se extendían en todas direcciones “como en una telaraña”, recubiertos de piedras lisas “entre las que no podía crecer la hierba”, una descripción que bien podría recordarnos a nuestras redes de carreteras de hoy.

En cuanto a su poderío económico, Mu contaba con grandes navegantes que guiaban sus naves por todo el mundo, de oriente a occidente y de norte a sur.



Incontables generaciones antes de su desaparición, las gentes de Mu habían elegido a un rey, añadiendo el prefijo “Ra-“ a su nombre. El rey terminó convirtiéndose en emperador, cuyo título era “Ra-Mu”, quien, aparte del poder político, también ostentaba la autoridad religiosa, si bien siempre se recalcaba que jamás debía ser venerado, pues no era más que un simple representante de los dioses.

—  oOo  — 

A la derecha, uno de los dos bronces conocidos más antiguos del mundo. Se trata de una figura simbólica de Mu como Señora y Regente de toda la Tierra. Su manufactura se localiza en Mu o en la ciudad capital de Uighur (desierto de Gobi) hace más de 18.000 años.






LA CATÁSTROFE


Destrucción de Mu, continente perdido



Se dice que Mu se hundió en un abismo de fuego.
“La tierra temblaba y se sacudía como las hojas de un árbol en una tormenta. Los palacios y templos caían al suelo y los monumentos y estatuas se venían abajo. Las ciudades se convirtieron en montañas de ruinas”.


Mientras, “los fuegos de la tierra penetraron en las nubes con rugientes llamas de enorme diámetro”. Allí se encontraron con los relámpagos que llenaban los cielos. Gigantescas olas se alzaron y extendieron sobre las costas.
“Durante la noche, la tierra se dividió y quedó hecha pedazos”.


Así lo cuentan las crónicas chinas:
“Antes del Diluvio, la Tierra sufrió una violenta sacudida (…). El cielo comenzó bruscamente a declinar hacia el Norte (…). El Sol, la Luna y los planetas habían cambiado su curso(…). El astro no salió por diez días y la Tierra fue inundada” (Schu Ching)
Así fue el último estertor de esta gran civilización, antes de que fuera cubierta por una pesada capa de tinieblas…

— oOo —




En cuanto al motivo de esta destrucción, la teoría clásica de Mu, que nos lo describe como único y vasto continente —una gran isla varias veces mayor que Australia que habría ocupado el centro del Océano Pacífico―, atribuye la catástrofe al súbito hundimiento de toda esa enorme extensión de tierra por haber estado asentada sobre una serie de cámaras huecas que se habrían colapsado a la vez en un momento dado, provocando seísmos, erupciones y maremotos.

En mi opinión, toda esa teoría está errada y no va más allá de una quimérica elucubración que sólo podría haberse aceptado en la época en que se formuló, esto es, en las postrimerías del siglo XIX, si bien cualquier análisis científico actual —incluida la “tectónica de placas”— no puede sino descartarla.

Creo, sinceramente, que la destrucción de Mu —que considero, tal y como detallan las crónicas, no una, sino varias extensiones de tierra separadas— está íntimamente ligada a la de la propia Atlantis. Y atendiendo a los testimonios que nos han llegado a través de los milenios, ya sean los textos hindúes (Puranas, Mahabarata, Ramayana), o las leyendas de los indios Hopi, de Norteamérica, o tantos otros, todo parece indicar que el responsable primero no fue un cataclismo “natural”.

— oOo —


Pero, ¿qué evidencias tenemos de la existencia de Mu? ¿Qué testimonios nos han llegado? ¿De dónde procede la información con la que contamos? De todo eso tratará la PRÓXIMA ENTRADA..

jueves, 10 de agosto de 2017

Personajes: SETH

Seth - Crónica de Atlantis, Atlantis, Gran Rey Emperador


Seth, dios egipcioSet o Seth —también llamado Setesh, Sutekh, Setekh o Seti—, es el señor de todo aquello que representa el mal. En la antigua religión egipcia, fue el dios del desierto, las sequías, las tormentas, el caos y la violencia. Deidad de la fuerza bruta, de la esterilidad y el hambre, de lo tumultuoso y lo incontenible. Y de las tinieblas.

Dios de la guerra y del ejército, se le acusa de haber sido el causante del robo del Sol, y de la oscuridad que acompañó a tal hecho. Él gobierna las nubes tormentosas y desencadena las tormentas del viento sur.

Venerado por unos, odiado por otros conoció épocas gloriosas y otras en las que su nombre estaba prohibido y sus estatuas eran destruidas. 

En la mitología egipcia, Seth es retratado como el usurpador que, por celos y envidia, mató y mutiló a su propio hermano Osiris. La esposa —e igualmente hermana— de Osiris, Isis, reconstruyó el cadáver de Osiris y lo resucitó el tiempo suficiente para concebir a su hijo y heredero Horus. Horus buscó venganza sobre Seth, y, a partir de ahí, el mito de los conflictos entre este grupo de dioses se convierte en un tema prominente en la mitología egipcia.

Seth, dios egipcio
Su reino se supone que estaba en el cielo septentrional y su morada era una de las estrellas que forman la Osa Mayor, desde donde ejercía su maligna influencia para pervertir los designios benéficos de Osiris, que vivía en Orión

Sin embargo, durante el Imperio Nuevo se le consideró benévolo, siendo patrón de las armas, la guerra y de la producción de los oasis, haciéndose popular porque podía sembrar la confusión y la discordia entre los enemigos de Egipto.

A pesar de que algunos faraones llevaron su nombre (Seti I, Seti II y Sethnakhte) y en ciertas épocas gozó de culto, el pueblo nunca estuvo a su favor y a partir de la XXII dinastía se extendió la animadversión hacia él. En su tratado "De Isis et Osiride", Plutarco afirma que los sacerdotes egipcios tenían gran aversión al mar y a la sal la denominaban «espuma de Seth».

Seth, dios egipcioSeth, dios egipcio



ICONOGRAFÍA


Su iconografía resiste toda clasificación zoológica. Simbolizado por un animal no identificado, mezcla de oso hormiguero, asno, perro o algún animal extinguido, de orejas rectangulares erguidas, con el hocico curvado hacia abajo y una larga cola hendida (Loret lo identifica con el lebrel del Cáucaso); tenía los ojos y el pelo rojos, como el desierto. Bajo el reinado de Sahura (V Dinastía) se convierte en humano con cabeza de animal; un taparrabo rodea sus caderas; lleva una amplia peluca y un cetro. Sus animales sagrados eran el cerdo, el asno, el orix, el cocodrilo, el hipopótamo, la serpiente y el pez, bajo cuyo aspecto puede también aparecer.

Seth, dios egipcio
Seth, dios egipcio

viernes, 21 de julio de 2017

MAS MAPAS EXTRAÑOS Y FUERA DE SU TIEMPO

EL PLANISFERIO DE TUNUSLU HADJI AHMED (1559)


Obra del mencionado cartógrafo árabe del siglo XVI, este mapa llama poderosamente la atención porque muestra delineaciones increíblemente precisas de la costa occidental de América del Norte, en una época en la que aún no se conocían con tal exactitud..


Mapa de Hadji Ahmed - 1559
Mapa de Hadji Ahmed (Original).- 1559


Basta un breve examen del mismo para observar las diferencias, que saltan a la vista, en el trazado de uno y otro hemisferio:

El hemisferio este parece haber sido trazado a partir de las fuentes habituales disponibles para los geógrafos de la época. Tanto el Mediterráneo como África están claramente basados en los habituales mapas de Ptolomeo.

Por contra, si nos fijamos en las dos Américas, éstas tienen una forma sorprendentemente moderna, lo que lleva a pensar que el cartógrafo tenía en su poder algún extraordinario modelo del que copiarse —nada que ver, desde luego con los mapas contemporáneos que existían del "Nuevo Continente"— a la hora de trazar dichos contornos.

El desconocido mapa del que se sirvió Hadji Ahmed era mucho más preciso que los datos de los que se disponía en 1559, especialmente en todo lo referido a la costa del Pacífico: En él vemos la Baja California, cuyo mapa aún no había sido trazado. Vemos también el noroeste de Norteamérica, incluida Alaska, aún desconocida. Descubrimos las islas Hawai, que aún tardarían doscientos años en ser descubiertas; y un rosario de islas en el Pacífico que recuerda vagamente a las islas de Polinesia que tampoco habían sido descubiertas. Vemos la Antártida con toda claridad, e incluso un esbozo de la península de Palmer, aún por descubrir. Y todo ello, en una sofisticada proyección esférica.

Pero lo más extraño del mapa es la región que une Alaska con Asia.

El arco de las islas Aleutianas se describe con precisión, pero no encontramos el estrecho de Bering por ninguna parte; en su lugar vemos una extensa franja de tierra. Lo cierto —y lo desconcertante— es que la parte superior del mapa describe cómo era dicha región hace diez mil años, esto es, el llamado «puente de tierra de Bering» que unía la Siberia con Norteamérica.


Mapa de Hadji Ahmed


Hasta 1958, Año Geofísico Internacional, los científicos creían que el puente de tierra de Bering había sido precisamente eso, un «puente», es decir una estrecha franja de tierra que conectaba Asia con Alaska. Pero sondeos realizados ese mismo año demostraron de manera concluyente que dicha franja de tierra no había sido un estrecho puente, sino una extensión de tierra de proporciones casi continentales que incluía toda la zona al norte de la cordillera de las Aleutianas y Alaska. Es decir, tal como lo había dibujado Hadji Ahmed en su mapa.


EL MAPA DE LOS HERMANOS ZENO (1558)

 

Se trata de un mapa del Atlántico Norte publicado por primera vez en 1558 en Venecia por Nicolo Zeno, descendiente del también llamado Nicolo Zeno, de los hermanos Zeno. El joven Zeno publicó el mapa, junto con una serie de cartas, alegando que los había descubierto en un almacén en casa de su familia en Venecia. Según Zeno, el mapa y las cartas datan de alrededor del año 1400 y describen un largo viaje realizado por los hermanos Zeno en la década de 1390 bajo la dirección de un príncipe llamado Zichmni. El viaje, supuestamente, atravesó el Atlántico Norte y, según algunas interpretaciones, pudo alcanzar América del norte.

Mapa Zeno


El enigmático Mapa Zeno describe con precisión las costas de los países de hoy en día, como Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, Escocia e Islandia. Misteriosamente, este antiguo mapa también muestra la latitud y longitud exacta de un número de islas en nuestro planeta. Este es un gran enigma ya que el dispositivo necesario para medir la longitud, el cronómetro, no se inventó hasta 1765.

Todo parece indicar —y los expertos coinciden en el dictamen— que Antonio Zeno copió su mapa de algún otro, extremadamente preciso, dibujado mediante proyección cónica, técnica cartográfica con la que Zeno no podía estar familiarizado, dado que no se inventaría hasta tres siglos después de su muerte.

Es de suponer que los hermanos desembarcaron en Islandia y Groenlandia, aunque su mapa establece con total precisión la longitud y latitud no solo de estas tierras, sino también de las costas de los países bálticos e incluso de tierras tan poco conocidas como las islas Shetland y las Feroe. Es muy probable que el mapa, en lugar de haber sido realizado a posteriori, fuese dibujado por los hermanos Zeno antes del viaje y utilizado en su expedición a las tierras del norte.


Mapa Zeno



Para hacernos una idea de lo antiguos que debían de ser los mapas originales solo tenemos que fijarnos en que el mapa de Zeno representa Groenlandia libre de hielo. En su interior vemos montañas y ríos que desembocan en el mar, donde hoy en día no hay más que glaciares.

El capitán Mallery, cuyo estudio del mapa de Piri Reis le llevó a analizar otros mapas del Renacimiento, como el de los hermanos Zeno, reparó en la existencia de una llanura que ocupa el interior de Groenlandia, atravesada en su zona central por montañas. Estos detalles no son apreciables en la actualidad debido a la capa de hielo, pero su existencia se vio corroborada cuando la expedición al Polo Norte del francés Paul-Emile Victor (1947-49) confirmó dicha topografía mediante sondeos sísmicos.

Dos curiosidades más de este mapa son la inclusión en el mismo de dos islas fantasma:
«Estotiland» y «Frisland».
Estotiland y Frisland

Estotilandia o Estotiland aparece en el mapa Zeno en el lado occidental del Océano Atlántico, aparentemente en la ubicación correspondiente a la Península del Labrador. Estotiland se enumera junto con Eden y Arcadia bajo el título
«utopía, paraíso, cielo, cielo en la tierra» en el Roget’s International Thesaurus.

Frislandia o Frisland apareció en prácticamente todos los mapas del Atlántico Norte a partir de los 1560s hasta los 1660s. No se debe confundir con el Frisón similarmente nombrado en los Países Bajos. Originalmente se refería a Islandia, pero después de que el Mapa de Zeno lo colocara como una isla completamente separada al sur de Islandia, apareció de esa manera en los mapas durante los siguientes 100 años.



PLANISFERIO DE CANTINO (1502)


El mapamundi o planisferio de Cantino es un mapa que muestra los descubrimientos portugueses del siglo XV. Su fecha de elaboración es incierta, y el cartógrafo que lo trazó es anónimo, probablemente de origen portugués. Lo que se sabe es que el mapa fue subrepticiamente llevado a Italia en 1502 por Alberto Cantino, un agente del italiano Duque de Ferrara, que consiguió llegar a ser secretario particular del rey portugués Don Manuel I. El mapa lleva la inscripción «Carta da navigar per le Isole nouam tr [ovate] in le parte de l'India: dono Alberto Cantino al S. Duca Hercole».

Mapa de Cantino
Mapa de Cantino (Biblioteca Estense de Módena (Italia)



Este mapa es particularmente notable por el hecho de que registra un (todavía fragmentario) trozo de la costa del Brasil, descubierto accidentalmente en 1500 por el explorador portugués Pedro Álvares Cabral y subsecuentemente explorado por Gonçalo Coelho y Américo Vespucio. La información contenida en el mapa tenía entonces un gran valor, y tuvo un gran impacto en las relaciones comerciales de Italia con Portugal en la época.


En el planisferio de Cantino aparecen varios datos relevantes, que han llevado a muchas conjeturas sobre el origen de la información contenida, y la información histórica sobre la exploración europea. Un ejemplo es que el mapa describe la península de Florida en 1502, cuando el descubrimiento de Florida es atribuido a Juan Ponce de León en 1513, lo que se ha explicado como resultado de exploraciones portuguesas clandestinas, entre 1497 y 1498, aunque también podría tratarse de Asia, explícitamente fusionada al continente americano en otros mapas de la época, como el de Johann Ruysch o el planisferio de Contarini.

África en Mapa de Cantino Adicionalmente, el continente africano aparece notablemente bien trazado, y su línea costera es delineada con un detalle sorprendente para la época (con errores de menos de 45 km), lo cual es una proeza considerando que en esa época no existía en Europa ni en el mundo árabe una manera precisa de medir la longitud, dato imprescindible para una cartografía adecuada.


El planisferio de Cantino se encuentra en la Biblioteca Estense de Módena (Italia), donde ha sido guardado desde 1868.


LAS GRANDES ISLAS DEL ATLÁNTICO 


La idea de tierras exóticas situadas en el Océano Atlántico, al oeste de las islas Azores, era moneda común en la época que nos ocupa. Se hablaba de “las cuatro islas de los demonios”—Antilia, Satanazes, Saya y Yamana—, o “las islas de las siete ciudades”. La legendaria isla de Antilia, conocida desde los tiempos de los cartagineses como una gran isla del  Atlántico occidental, fue dibujada una y otra vez a lo largo del siglo XV, como en el maravilloso mapa de Canepa.

Antilia en Mapa Albino de Canepa

Mapa de Albino de Canepa
Mapa de Albino de Canepa (1489)















Eco de mares y fuente de poemas, las más fabulosas islas de entonces quedaban igualmente trazadas en el portulano de Pizzigano.

Mapa de Pizzigano
Mapa de Pizzigano (1424)


Antilia y Satanazes

Según Armando Cortesao, el nombre de Antilia sería la composición de "anti" (delante) e "ilha" (isla); por extensión, vendría a hacer referencia a una isla que se encuentra “delante" del continente.

El atlas de Andrea Bianco, de 1436 comprende diez hojas de pergamino y mide 29 por 38 centímetros, con una encuadernación del siglo XVIII. El primer folio contiene la descripción de la Regla de Marteloio para determinar el rumbo, con el círculo y cuadrado, dos tablas y otros dos diagramas. Las ocho hojas siguientes contienen varias cartas náuticas. La novena cuenta con un mapamundi circular de 25 centímetros de circunferencia. Y el folio final contiene un mapamundi basado en la primera proyección de Ptolomeo. Algunos creen que los mapas de Bianco fueron los primeros en retratar fielmente las costas de la Florida (como una gran península unida a una gran isla etiquetada como Antillia.

Mapa de Andrea Bianco
Mapamundi de Bianco (1436)