jueves, 11 de abril de 2019

Evidencias de Mu: Misterios de la arqueología y la etnología en el Océano Pacífico (1ª PARTE)

Las tablillas Naacal y los más antiguos testimonios y leyendas nos han permitido conocer lo esencial de la historia de Mu. La geología y las imágenes tomadas desde el espacio nos han mostrado el dónde del desaparecido Imperio del Sol. Ahora, cabe preguntarnos, ¿qué nos dice la arqueología? ¿Contamos con alguna evidencia que corrobore la hipótesis de una antigua gran civilización prediluviana desarrollada en las tierras de Oceanía y el Asia oriental?

EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS

La respuesta es sí, por supuesto; aunque es muy posible que las estructuras y restos que vamos a mencionar no tengan la edad que le atribuimos a Mu (aunque surja la duda, en algunos casos); puede que no sean más que un torpe producto de los últimos estertores de aquel antiguo saber, ya moribundo, pasada la repentina destrucción; apenas un borroso vestigio tal vez, o aún menos que eso: un simple recuerdo.

En cualquier caso, no estamos buscando las ruinas de la Ayodha primigenia, ni de ninguna de las otras seis grandes ciudades de Mu, sino las pruebas de que en las tierras del Pacífico hubo una civilización mucho más avanzada de lo que la Historia "oficial" viene a sugerir. Y eso es indudable.

Moviéndonos de este a oeste, como si nos dejáramos acompañar por ese Sol que daba nombre al gran imperio antediluviano del Pacífico, nuestra primera parada sería en un punto de sobra conocido:

ISLA DE PASCUA

Isla de Pascua
Matakiterani, Rapa-Nui, Te-Pito-No-Te-Henua. Al escuchar cualquiera de sus denominaciones, lo primero que salta a nuestra mente es la imagen de los enigmáticos Moai, los estilizados gigantes de roca que pueblan las costas de la isla. Y, sin embargo, no son ellos la causa de nuestra parada. O, al menos, no aquellas estatuas que podemos ver en pie, alineados sobre las conocidas plataformas de roca llamadas Ahu.






Nuestro objetivo es la zona conocida como Vinapu, en el borde de la costa sur de la isla, justo al final de la enorme pista del aeropuerto, preparada para acoger a los transbordadores espaciales en caso de emergencia. Aquí encontraremos dos de las muestras arqueológicas más antiguas de la isla, consistentes en los restos de dos plataformas de piedra (Ahu Tahira y Ahu Vinapu) , así como dos pequeños moais de características únicas. Parece ser que en esta misma zona había una tercera plataforma, todavía más antigua que las mencionadas, pero que fue destruida al instalar los tanques de gasolina y queroseno que abastecen a la población.

Del Ahu Vinapu destacan sus colosales bloques de basalto puestos en pie, de hasta 2,5 metros de alto y 6 ó 7 toneladas de peso; pero la plataforma está terminada (o reconstruida) con cascotes informes que le hacen perder parte de su grandiosidad.

Ahu Vinapu
Sin embargo, lo que se conserva del muro del Ahu Tahira sorprende por ser absolutamente excepcional en la isla; pero no en el mundo, puesto que es idéntico en su modo de construcción a los de otros monumentos megalíticos que podemos encontrar en Machu Picchu, Cuzco, Sacsayhuamán u Ollantaytambo, en Perú, ya que está formado por grandes bloques poligonales de piedra, de varias toneladas de peso, alisados, cortados y ajustados con tanta precisión como sentido estético.

Ollantaytambo
Ahu Tahira




Machu Picchu (Perú)













Todo hace pensar que estas construcciones milenarias, tanto en este punto perdido del Pacífico como en el continente americano, fueron obra de la misma civilización.

Justo en la parte posterior del Ahu Tahira, encontramos un pequeño moai semienterrado y tan deteriorado por el paso del tiempo que apenas se le reconoce su forma similar a la del resto de esculturas de la isla. ¿Fue, quizá, el modelo de todos ellos?


Ahu Tahira y antiguo moai



Volviendo ahora al Ahu Vinapu, encontramos otra escultura singular: a primera vista parece una simple columna de escoria roja, pero en realidad se trata de un moai de género femenino, descubierto por el arqueólogo William Mulloy durante la expedición de Thor Heyerdahl en 1956. Las estatuas femeninas de la Isla de Pascua son tan escasas que sólo se conoce otra muestra, totalmente diferente, encontrada también por el grupo de Heyerdal y que en la actualidad se expone en el Museo antropológico Sebastian Englert, situado en la propia Isla.

Moai femenino
(Museo Sebastián Englert)

Moai femenino junto al Ahu Vinapu


















A medio camino entre la perfección de Ahu Tahiri y las tecnicas utilizadas en Ahu Vinapu, encontramos en la isla otras muestras arqueológicas no menos impresionantes, como las plataformas de Ahu Te Peu y Ahu Vai Mata. 


Parte posterior del Ahu Te Peu



En ambas construcciones podemos admirar una base de enormes megalitos verticales ensamblados con maestría, a los que posteriormente se le han añadido piedras horizontales más pequeñas y con un encaje menos elaborado.






Ahu Vai Mata


En Ahu Vai Mata, hay losas de hasta 3 metros de alto por 2 de ancho y con un peso de 9 ó 10 toneladas.

Sólo nos queda recordar una vez más la similitud de todas estas muestras arqueológicas con las construcciones megalíticas que podemos encontrar, por ejemplo, en la fortaleza de Sacsayhuamán (Perú).


Sacsayhuamán (Perú)



RAPA-ITI













Continuando nuestro periplo a través del Pacífico, el siguiente encuentro tendría lugar en una remota isla de la Polinesia Francesa, Rapa Iti, cuyo aspecto, propio de una película  de "King Kong" o de una novela de Julio Verne, oculta, bajo la maleza, misteriosas formas piramidales... No hay ninguna crónica sobre quién las construyó y con qué propósito. Por otra parte, tampoco han sido exploradas, por lo que se desconoce si contienen algún tipo de entradas o cámaras interiores.

Rapa Iti














TAHITI

Si nos trasladamos a 1200 km de la anterior, hasta la isla de Tahiti, todavía en la Polinesia Francesa, tendremos noticias de nuevas plataformas piramidales truncadas, conocidas como marae. Este tipo de estructuras están diseminadas por todas las Islas de la Sociedad y están levantadas a base de piedras megalíticas, cuidadosamente formadas y ajustadas.

Marae Mahiatea, según un dibujo de 1799
(del libro "The Voyage of McDuff")


La más grande de todas las estructuras de piedra polinesias fue Marae Mahaiatea en esta isla de Tahití. Al parecer, se trataba de una pirámide escalonada con una amplia superficie plana, construida con bloques de coral y piedras volcánicas cuadradas. Según las anotaciones del capitán Cook, que visitó la isla en 1769, su base medía 79 por 26 metros y se elevaba en 11 escalones hasta una altura de más de 13 metros.



Marae Mahiatea en la actualidad



Desgraciadamente, todo lo que queda hoy de esta construcción es un montón de piedras, pues fue demolida en 1897.



Marae Arahurahu





Para hacernos una idea de su aspecto original, podemos dirigirnos a otras muestras menores de estas estructuras escalonadas, como el marae Arahurahu.



Pirámide guanche de Güimar
(Tenerife, Islas Canarias) Guanche


  Lo que llama poderosamente la atención es la similitud de estas estructuras con las pirámides guanches de Tenerife, en las Islas Canarias, justo al otro lado del mundo, en el Océano Atlántico.






ISLA DE MALDEN

A 1600 km al noroeste de Tahiti, nos encontramos con la Isla Malden, perteneciente a las llamadas Islas de la Linea, en la actual república de Kiribati. Fue descubierta en 1825 por el capitán británico George Anson Byron (primo del famoso poeta George Gordon, Lord Byron),  y explorada por su lugarteniente, Charles Malden. Al recorrer la plana y desierta superficie de esta pequeña isla, la encontraron totalmente deshabitada y carente por completo de árboles o fuentes de agua dulce. Malden y sus hombres descubrieron, sin embargo, numerosas ruinas que demostraban que el lugar había sido habitado en tiempos remotos.


La isla está salpicada de restos de monumentos megalíticos, tumbas, construcciones escalonadas, murallas y casas. Lo verdaderamente sorprendente es que en sus escasos 31 km² no existe el material necesario para construir todas las estructuras encontradas. Y, por otra parte, la Isla Malden es una de las más aisladas de todo el globo. Literalmente, está en medio de la nada.







Pero si dichas ruinas resultan enigmáticas, aún lo es más el hecho de que la isla Malden parece contener los remanentes de un intrincado sistema de caminos o "pistas" que irradian hacia afuera desde su interior. Estas antiguas "carreteras", formadas por enormes losas de basalto, se extienden por su superficie como una gigantesca tela de araña, conectando varios complejos de templos, para luego, llegar hasta las playas y hundirse bajo las olas, en el sur de la isla.




Estos caminos megalíticos que conducen hacia el océano nos llevan a pensar que su construcción data de antes del fin de la glaciación (esto es, antes de la desaparición de Mu y Atlantis), cuando el nivel del mar era significativamente menor que el actual. 

La gran pregunta es: ¿adónde conducían?


Podemos adelantar que las antiguas carreteras de la isla Malden son muy similares a la senda  pavimentada de Ara Metua, en la Isla Rarotonga, 1.610 kilómetros al sur de Malden.

Hay quienes teorizan con que los caminos de basalto de Malden conectan con el complejo de Nan Madol, a más de 5 mil kilómetros de distancia, aunque ahora se hallen cubiertos por las aguas del Pacífico.

Después de todo lo anterior, no es difícil considerar que la isla de Malden es una de las más claras evidencias de la existencia de una antigua y desaparecida civilización oceánica, consideración que nos lleva indefectiblemente al vasto imperio de Mu.


RAROTONGA 

Tal y como hemos mencionado más arriba, a mil quinientas millas al sur de la isla Malden, otra sección del mismo tipo de carretera se extiende como un anillo alrededor de la selva que cubre las puntiagudas elevaciones de la pequeña isla volcánica de Rarotonga, la más poblada de las Islas Cook.



Se trata del "Ara Metua", un camino megalítico de 29,5 km de largo y unos 5 m de ancho, pavimentado con piedras de coral y basalto, que una vez rodeó toda la isla. A su paso por las zonas más pobladas, tenía bordillos, asientos para el descanso, así como un sistema de desagüe a base de zanjas.

Algunas fuentes mencionan que esta carretera surge del océano, pero no he podido encontrar ningún mapa o imagen que corrobore esta afirmación.

El Ara Metua es una de las obras de construcción  antigua más grandes de la Polinesia, y aunque se conocen pequeños tramos de carreteras pavimentadas en otras islas, sigue siendo única en términos de su tamaño y elaboración. Entonces, ¿qué era el camino? ¿Qué representó y por qué se construyó?


La arqueología sugiere que fue construido para unir las marae (plataformas piramidales truncadas) de las tierras bajas en una ruta ceremonial. A partir de ahí, y aunque jamás se han hecho pruebas de radiocarbono al camino en sí, se le ha asignado una fecha de construcción hacia el siglo XVI, porque algunas estructuras marae han dado esa fecha. La realidad es que el camino ya era muy antiguo cuando se produjeron los primeros contactos entre los exploradores europeos y la población indígena local (1595).


Todo hace indicar que la función del Ara Metua era esencialmente práctica, es decir, la de una infraestructura para el movimiento de personas, bienes e información. Una visión tan moderna que sigue utilizándose en la actualidad, convertido en carretera.

Ara Metua en 1903



Ara Metua en la actualidad























Hace siglos, Ara Metua era una verdadera maravilla, y hasta comienzos del siglo XX aún se conservaban las dos terceras partes del pavimento antiguo; pero en su estado actual es discontinuo, ya que  el camino original está casi completamente destruido o enterrado por las carreteras modernas.

(En la foto de la izquierda, arqueólogos trabajando en las excavaciones para sacar a la luz los tramos enterrados de Ara Metua)



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