domingo, 3 de marzo de 2019

El prólogo nunca escrito (hasta ahora) de Crónica de Atlantis

―Me ahogo, madre. Entiéndelo, no soy como vosotros. No soy como tú.
―Ni como ellos...
―¡Pero ellos me tratan como si lo fuera!
―Estás confuso, hijo...
―Tal vez. Por eso quiero respuestas.
―¿Y tienes que ir a buscarlas por todo el universo?
―Es la única opción que me queda, ya que nadie quiere responderme. ¡Nadie!, empezando por ti, madre. ¿Por qué? ¡¿Quién es mi padre?!
―Sabes que no puedo decírtelo...
―¿Tan terrible es la verdad?
Los ojos de la madre se desorbitaron.
―¡Por el Supremo Hacedor, no!
―Entonces, ¿es que soy yo, acaso, el indigno de conocer su nombre?
―Tu padre te quiere, lo sé, pero...
―No, mi padre te quería a ti. Te adoraba. ¿Por qué no ha vuelto jamás desde que yo nací? ¡Me odia! ―Catorce años son apenas un suspiro para alguien como él. Volverá cuando menos te lo esperes.
―Esa es la cuestión, madre. No puedo esperar más.
―¡Eres un niño! ¡No puedes emprender semejante viaje tú solo!
―No estaré solo. Tengo el beneplácito de Indra. Ha prometido prestarme toda su ayuda.
―Déjame darte un consejo: no confíes nunca en las bendiciones de Su Eminencia...
―Hablas con desdén de algo que desconoces. ¿Sabes el gran honor que me ha concedido? ―¿Honor? ¿Qué te ha pedido a cambio?
―¡Nada! ¡Al contrario! ¡Me ha otorgado un nombre!
―Ya tienes un nombre: el que yo te di la primera vez que te tuve entre mis brazos. ¿Acaso no te basta con él?
―No trates de hacerme sentir mal, madre. No lo conseguirás.
―Oh, muy bien... ¿Y puedo saber cuál es el nombre con el que a partir de ahora el mundo conocerá a mi noble hijo?
―Me llamarán "Tehuti".